jueves, 13 de octubre de 2011

Seleccionados primera etapa (preselección)

NUMEROS
A  PROPOSITO  DE AFICHES ALTERNOS O EL AFICHE COMO EQUIVOCO MATERIAL DEL CARNAVAL
JHON BENAVIDES
DOCENTE FACULTAD DE ARTES – UNIVERSIDAD DE NARIÑO


Número 3.  el juego de las letras, que es un logro importante pues la mayoría de composiciones descuida esta matérica, permite entender que el Carnaval provoca una remoción. Siendo una pompa, singulariza una manera especial de dancística, de encuentro, de violentación, de exposición rabiosa entre el urbanita, el paisaje y el color local. 
Número 5. Acudiendo a un instante dancístico (quisiera entenderlo de esa manera) anatomiza la fiesta en un corpus humanado.  Como si fuese un personaje mítico convoca a fuerzas inconmensurables sugeridas a partir de una simplificación de lo tempestivo y de los colores de un canon paisajístico (pues la dimensión cromática del paisaje de la ciudad se abre a la expectación del alba, y que en el afiche lo reduce a una pictografía digital). Pese a su recurrente centralidad (igual como sucede en el anterior afiche), ciertos movimientos gráficos recrean la exposición del carnaval como un colectivo(pese al mandato de la risa, el carnaval es una violencia en común que se torna mancha).
Es posible que la dependencia a la cromatografía digital  en los diseñadores reduzca asépticamente la cromatografía en excedencia del Carnaval.

Número 7. Aprendida la lección académica, lo modular aún se vuelve alternativa gráfica. ¿Pero qué tanto la danza carnavalera— pese a su canonización oficial— se permite esta arealidad? Lo femenino en este diseño es espectral y no sólo por la ausencia de piel en su rostro, sino por la aparición de una sensualidad que acompaña ornamentalmente a la composición (que igual a los anteriores es centralizada, focalizada, humanizada y basada en colores en crudo de la paleta del digitador). La matérica carnavalera se vuelve virtual, y, acudiendo a una metamorfización de lo colectivo, asigna un género a la fiesta. 
La búsqueda de la semejanza y la armonía hace traicionar al diseñador de afiches. El carnaval — pese a ser una fiesta oficial y que trae consigo una estrategia de colectivización— rebasa los cánones establecidos en la idea publicitaria y publicitada de homogenización de lo festivo. La singularidad se sostiene inclusive en ejercicios tan violentos y eróticos como la operación pupo, y es sobre la presencia del orden de la fiesta que el discurso gráfico se ausenta para volverse puesta en escena de la traza.

Número 19.  Lo modular y la cromatografía digital se ponen en función de lo dancístico.  En una composición, por decirlo de algún modo, antropologizada, recrea lo festivo a partir de la iconografía Pasto.  Fragiliza los convencionalismos compositivos al dirigir el plano gráfico hacia la parte superior derecha, además, de conciliar el fondo negro como una forma de acento de los contrastes simultáneos de los personajes animados por el círculo en común.  Lo que parece añoranza del pasado se vuelve presente (gracias al  ejercicio plástico del plano gráfico).  En tanto, el Número 34 supera la idea inicial de antropologizacion del rostro indígena a partir de lo céfalo.  La cabeza danza, simula la presencia de la acefalia en las personas y personajes que gozan de la fiesta.  Y confiere al fondo una sinuosidad que prevé en los observadores una singuralizacion del baile.  Los colores aunque digitales, se dejan atravesar por sugestivas sombras que le dan una carnosidad especial al personaje. Por otro lado, El número 35 acude a las manos (pese a la insistencia, es entendible la presencia de la mano en el Carnaval) para conformar una cabeza-ser que representa la risa del carnaval.
La búsqueda del idios de una región (acudiendo a discursos económicos, estéticos y políticos para tal mitomanía) ha provocado que el diseñador se traicione por el afán representativo y acuda para  representar el orden de la fiesta, a lo precolombino. La iconografía ancestral se le vuelve logotipo publicitario, que no provoca mayor complejización del jolgorio en donde se convoca no solo el pasado, sino instancias tan cotidianas como lo laboral, los massmediático, la publicidad, el erotismo.   O si no tiene a la mano lo precolombino (digamos Tumaco o Pasto para acentuar cierta pertenencia localizada de la fiesta) recurre al ritual indígena contemporáneo, pero lo reduce a una etnología de la pinta que forzadamente la compara y equipara con la mancha carnavalera. Nuevamente, la asepsia está presente.

Número 22. La humorada antecede a la fiesta , la atraviesa, y sigue en lo cotidiano.  Es evidente que el carnaval para el pastuso es del orden ético: Gozar o no gozar, he ahí la alternativa. Y el afiche, pese a la caricaturización de más, permite entrever esa idea.  No obstante al acudir a la idea de mundo muy recurrente en las composiciones publicitarias y propagandísticas, esa esfera concentra cierta simpatía con manifestaciones cotidianas.  No obstante, a manera de comic, el bizcocho de la historieta pone entre paréntesis la frase y la onomatopeya.   “Una pintica” es el equívoco que concilia la obra con una risa colectivizada y particular a razón de la vida misma en la ciudad.  Al igual, el Número 25 caricaturiza al danzante del desfile.  La musicalidad de su composición se debe a una intuición pictórica que rompe — a pesar a la composición centrada— la focalización del plano gráfico.  Estando de perfil el personaje, nos sugiere la perspectiva de quienes por un instante ven pasar al danzante por las calles.

¿Y el humor? Acaso desde toda su dimensión festiva y compleja, la risa no es la que permite la existencia del Carnaval? La ironía se ausenta en las composiciones del diseño por la insistencia en la imagen corporativa como si un afiche pudiese , debiese y se acentuara sobre ese necedad del publicista.  El afiche ante todo es una  puesta en obra de toda una concepción y pervivencia del jugador. A la ausencia de esta lúdica, la fiesta se invisibiliza para dar paso a la univocidad y a un aburguesamiento del jolgorio.

Número 24. Al acudir a la fotografía — vaya ausencia de esta grafia en los afiches presentados —permite acudir a la mano como contingente y continente del carnaval, y además, en una sugestiva composición dos seres encarnados en ellas parecen envueltos en toda la mancha cromática de la fiesta. ¿ Qué más presentación de la añoranza amorosa de la pompa?
¿ Por qué el diseñador se sustenta máscaras como si el carnaval de Pasto fuese un juego de carnestolendas? ¿O no son máscaras sino cabezas las que entrevén en esta fiesta, como ídolos de una sacralidad sin dioses?

Número 48. En un juego interesante el danzante o jugador se vuelve parte de la melena de un león, que ni tan dormido, ni tan emblemático (como si fuese sacado de la heráldica española) se vuelve representativo del devenir animal de la fiesta.
¿Y los animales? ¿Por qué aparecen siempre bajo la tutela de una estética humanada en Carnaval? ¿Acaso no hay un devenir animal en la fiesta? ¿Por qué el animal simplemente es una estrategia representativa del artesano o de la heráldica?
¿Cómo se haría un afiche pensando en la traza de lo inhumano que atraviesa el Carnaval de Negros y Blancos?

Número 15. El equívoco se da por abstracción.  Si este afiche recuerda a diversas composiciones abstractas del diseño contemporáneo es porque acude a la estrategia de lo no figurativo para intentar acudir a cierto phatos que lo vuelve signo a partir de la fusión cromática de colores complementarios y simulando con los círculos cierta simpatía con la fiesta.  El folclore se ausenta, pero da igual, intenta recrear sin prefiguraciones lo que se intensifica en la colectivización de la fiesta. 



SELECCIÓN
OMAR FRANCO
DOCENTE FACULTAD DE ARTES - DPTO. DE DISEÑO – UNIVERSIDAD DE NARIÑO



- 50,  43,  42, 49,  39,  27, 48,  47,  24, 13,  10,  5,  1


la propuesta 50. Es una alternativa estética emocionante tiene dinámica y movimiento encarnada en el color y en la misma disposición de las tipografías.

La propuesta 42 tiene un misticismo único, la precisión del color acentuado en cálidos y fríos es quizá el elemento de mayor atención.

La propuesta 24. Es sin duda una propuesta arriesgada dado que la fotografía tradicionalmente no ha sido una constante en los afiches de carnaval, hay todo un juego connotativo y semiótico con el tema de las manos y las diferentes pintas de color, la unión.....habría que pensar si resultara elegido pensar en una posición de las manos invertida para conseguir una lectura más positiva.

La propuesta 10. Tiene un dinamismo único y el planteamiento clásico de cartel. Directo, univoco lleno de matices y conceptualizaciones propias de un ambiente carnavalesco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario